Sao Tomé y Principe -11
Martes 14 de junio de 2022
Hoy tocaba cambio de localidad. Es algo que me gusta en los viajes ya que convierte el gran viaje en muchos miniviajes y aunque resulta un rollo recoger todo y cargar bártulos. Llegar a sitios nuevos ir descubriendo su entorno, sus particularidades… ilusiona y además no te lo juegas a una sola carta.
En teoría el cheking no se hacía hasta las dos. Así que desayunamos tranquilos, yo seguía teniendo 38 de fiebre y apenas tenía apetito. Me tomé un paracetamol y partimos de nuevo rumbo al sur. Fuimos haciendo algunas paradas en la boca del infierno y en playa Macondo.
naturales, un sillón y una mesa camilla. La atmósfera era colonial con detalles de otra época.Esta Roca esta regentada por João Carlos Silva un prestigioso chez que es famoso en Portugal y que
en esta finca apuesta por los productos naturales para mostrar la extraordinaria biodiversidad del archipiélago que quisiera dar a conocer. La mayoría de los productos utilizados en sus menús son producidos en la propia finca.
La Roça São João es una antigua plantación colonial con mucho encanto, que Silva ha transformado en "lugar de cultura", todo un giro frente a la dolorosa historia de la esclavitud en Santo Tomé y Príncipe. El 'chef', que considera la cocina como "un arte efímero", expone allí algunas de sus esculturas y pinturas.
Como el menú de degustación hay que encargarlo con antelación ese día tuvimos que tomar un plato único que dejaba mucho que desear. Encargamos el menú de degustación para el día siguiente.
Fuimos antes de comer a dar un paseo por el pueblo que hay bajando la cuesta. Era hora punta y había mucha vida en la calle y en los colegios. Este pueblo se veía con un poco más de nivel que otros que habíamos visto.
Queríamos llegar hasta la línea de costa y nos adentramos en una zona de suburbios con infraviviendas y animales por todas partes, cerdos ,cabras ,gallinas … Cuando íbamos a desistir una joven que lavaba en un pilón dejó su tarea y nos preguntó si buscábamos la playa y al confirmarlo nos llevó hasta una bajada que entre basuras y escombros llevaba a la playa. Hicimos algunas fotos y decidimos no bajar. Regresamos a la Roca.
Los caminos y jardines de la Roca son espectaculares además la finca es muy extensa. Frente al edificio principal hay una casa que es del médico y de ambos lados de la misma parten unos caminos que es un placer para los sentidos recorrerlos. Están repletos de caladiums, helechos, palmeras ,diefenbachias, taros, flores de porcelana, cafetales y árboles autóctonos.
Se escuchaban muchas aves. En el camino de la derecha circulaba mucha agua de la lluvia torrencial del día anterior y se formaban pequeñas cascadas en los desniveles.
La comida fue un desastre nos dijeron que era a la una, fue mucho más tarde y consistió en un plato único escaso consistente en arroz y un poco de guiso parecido a los callos.
Dormimos una agradable siesta. A esta altura del viaje estábamos ya muy cansados.
Nos dimos un largo paseo por el camino de la izquierda.
Entre los jardines hay un enorme palomar y un gallinero donde además de gallinas hay patos. Al otro lado un museo de arte moderno con obras del mismo chez. Entre los árboles y plantas de jardín hay así mismo algunas esculturas con materiales reciclados.
Buscamos en internet y decidimos ir a cenar a un lugar que había a la salida del pueblo que tenía buena crítica llamado Mionga . Nos dio coraje llegar cuando oscurecía porque era un lugar con mucho encanto buenas vistas y un jardín tropical muy cuidado.
Tenía un mirador de madera desde donde se veía la playa y la desembocadura de un río.
En este país comer es complicado queríamos cenar algo pero al no tener carta ni precios y ser los únicos comensales, no teníamos ninguna referencia por lo que pides de cenar y te traen lo que les parece y te cobran lo que les da la gana. Queríamos cenar algo, pero no tanto. Nos trajeron sopa de mandioca, pescado con arroz, banana, yuca, y de postre algo delicioso ,mango verde laminado con almíbar de lima. Mucha de la comida ni la probamos. Nos costó 13 euros.